viernes, 4 de marzo de 2016

El fin estaba al comienzo



“Proa al sur para venir, proa al norte para volver; y si la brisa continúa soplando de tierra, podrá mantenerse al abrigo de la costa y navegará como por un río.
—Pero un río que no tendrá más que una orilla.”


Jules Verne –El Faro del Fin del Mundo-


Quien haya dicho que el fin del mundo estaba en Tierra del Fuego, claramente, venía desde arriba: el mundo se tenía que terminar al llegar abajo. No es un lugar que quede de paso a ningún otro, lo que, a pesar de no haber ido jamás, me dice que la única forma de llegar es eligiéndola deliberadamente como destino; a no ser que, como los antiguos exploradores del océano, esté intentando abrirme paso al Pacífico a través del tormentoso Cabo de Hornos y termine en forma de restos en la Bahía de Ushuaia.




Así como Dante nos enseñó que las llamas del Infierno no bastan ni para calentar agua para un té, por ser hielo lo que lo componía, de un modo afín, debemos saber que la Tierra del Fuego no es una región ecuatorial minada de volcanes activos y surcada por ríos de lava, como imaginan, a veces, en otras partes del mundo. Tampoco es el centro de reunión de fuerzas electromagnéticas misteriosas, como pueden habernos instruido en algún sospechoso canal de documentales. La provincia de Tierra del Fuego es una isla separada del extremo sur de Sudamérica por el estrecho de Magallanes. Ushuaia, una ciudad sin fuerzas electromagnéticas especiales, es la capital de la provincia y es también el centro urbano más austral del planeta. Desde Jules Verne hasta canal Infinito se han referido a la isla como “el fin del mundo”; no es casual que haya atraído turistas de todos los países en busca de algún chamán duende o, simplemente, para ver cómo en las afueras de la ciudad se pueden ver los elefantes que sostienen la Tierra parados sobre la tortuga gigante. Los duendes, por lo general, están más al norte, en los Andes patagónicos, y son lugareños aborígenes, no duendes; pero a los turistas les gusta que sean duendes y a las agencias de turismo muchísimo más. En cuanto a los elefantes y la tortuga, probablemente sólo sean visibles desde lo profundo de alguna reserva natural restringida al público. Aun así, este lugar que alguna vez fue un paraje salvaje y lejano, sigue recibiendo la visita de miles de personas desde el mundo de más arriba.



Parte siguiente: Tierra del Fuego, tierra del náufrago

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