domingo, 6 de marzo de 2016

La comunidad amurallada





En cuanto a “ellos”, no sabemos quienes son, nosotros tal vez somos los que estamos de este lado, aquí dentro; pero entre nosotros están los amigos y los enemigos. Son notables los casos de cierre del “nosotros” en un intento, muchas veces exitoso, de amistar su mixto contenido, así como los casos en los que la tensión conduce a la paranoia sobre el enemigo interno. Ambos se destacan por la segregación y, en ese sentido, por la ficción de la amistad entre nosotros. Sin embargo, en este punto conviene recordar lo que dice Derrida: “no puede haber amistad, hospitalidad o justicia sino ahí donde, aunque sea incalculable, se tiene en cuenta la alteridad del otro, como alteridad -una vez más- infinita, absoluta, irreductible.” 1
 Entonces, el mutualismo que, como primera manifestación del hospes, pareciera mostrarnos en la comunidad cierta reciprocidad entre enemigos2 que, a diferencia de los amigos, dependen de ser correspondidos. Los adversarios de esa contienda nunca terminan de caer, el vínculo depende del cuidado que se tengan. La clausura podría ser el germen de la tensión en el interior, pero en la comunidad amurallada, especialmente concebida para dejar fuera, la fuerza decisiva es la de las filtraciones, es decir, la de la excepción.
1 Derrida, Jacques, "Sobre la hospitalidad", Entrevista en Staccato, programa televisivo de France Culturel producido por Antoine Spire,del 19 de diciembre de 1997, traducción de Cristina de Peretti y Francisco Vidarte en Derrida, J., ¡Palabra!. Edición digital de Derrida en castellano.
2 “Se trata de una relación de tensión;. esta hospitalidad es cualquier cosa menos fácil y serena. Soy presa del otro, el rehén del otro, y la ética ha de fundarse en esa estructura de rehén." Op. Cit.


Parte previa: Los ámbitos de la amistad
Parte siguiente: El enemigo voluntario

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