miércoles, 16 de marzo de 2016

La Paradoja de la frontera


Campañas, invasiones, grandes aldeas portuarias, carreteras perdidas en la tierra hacia las canteras, latrocinios, masacres, inmolaciones, ciudades erigidas para los esclavos y los presos y estrías invisibles sobre la tierra: la frontera surge como sitio ideal para una nueva definición de la comunidad, es un lugar de filtraciones y de infiltraciones, el límite permeable. Los escritores norteamericanos, Mark Twain, Hawthorne, Melville, supieron captar lúcidamente la potencia que reside en alejarse del contexto de las reglas comunes y el encuentro con ese límite. Sin embargo, el dilema de la frontera, también bajo un canon norteamericano, asoma con la llegada de algún turbio fundador, pionero devenido en gendarme y buhonero. Es el avance planificado hacia la frontera con la reducción de las contingencias: la frontera como no-lugar, como destino invisible. La forma es impresa antes de llegar; ese es el verdadero cierre de la frontera: el fin de la promesa de tierra sin fin.

Parte previa: El Lugar del no-lugar
Parte siguiente: Un paraíso para los enemigos

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