domingo, 6 de marzo de 2016

Los ámbitos de la amistad


“La amistad no pone condiciones ni espera devolución alguna: es igualdad sin reciprocidad ni simetría.”

Jacques Derrida



Como lo presintiéramos desde la más cándida modalidad de ciencia social, el amigo podría estar residiendo en el “nosotros”. Pero tal vez no más que el espíritu del santo que, para el idólatra, reside en la imagen sagrada. Es una buena ocasión para sospechar de esas cálidas visiones del “grupo de pertenencia” y el “lazo social”, y también de la alegoría tan persistente en la que nosotros somos los amigos. La ocasión es buena, al menos, desde que empezamos a ver en la política occidental el vínculo amistoso peligrosamente imitado, ese consenso, como dice Agamben, “al cual confían hoy sus suertes las democracias en la última, extrema y exhausta fase de su evolución”1.
El “nosotros” puede estar definiendo los límites de cierta interioridad, pero en todo caso también define una relación. ¿Debemos decir “nosotros los amigos”? ¿Nosotros los que somos iguales entre nosotros? ¿O también tiene sentido decir “nosotros los enemigos”? Tu y yo, los que estamos de este lado y somos enemigos, que debemos vivir juntos, competir, compartir y estar mezclados entre los amigos. Si el “nosotros” viniera a definir lo común, éste estaría definido por una tensión, pero no la del “nosotros” con el “ellos”, sino una dentro del “nosotros”
El mito de la Patria como sucedáneo de la amistad también ha vuelto lícito ese recelo en las figuras clásicas del vínculo comunitario2. Difícilmente la comunidad pudiera ser la comunidad de los amigos, siguiendo por un momento a Derrida, porque allí debería tener comienzo “una política que siga siendo efectiva pero sin violentar la posibilidad, por muy improbable que sea, de esta amistad por encima de la reciprocidad, de la proximidad o de la identificación” 3. La comunidad de los amigos sería una que se ha clausurado sobre sí misma, terminada y cristalizada en torno a una fábula que trasciende a la formación del cuerpo social mismo. Sin embargo, aunque la comunidad de amigos parezca tan sospechosa, la amistad es un modo de comunidad, como dice Agamben, definida a través de un convivir. Bajo cierta sombra la comunidad aparece como emisario de hospitalidad y hostilidad, como un contorno protegido que dirige filtraciones entre el exterior y el interior, pero hay otra sombra bajo la cual el convivir humano “no está definido por la participación en una sustancia común, sino por un compartir puramente existencial y, por así decir, sin objeto: la amistad como con-sentimiento del puro hecho de ser”4.



1 Agamben, Giorgio, "La amistad", Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005, Pág 12
2 “El exceso de comunidad es el peligro del que la política debe proteger a la vida humana: esta es la tesis de fondo del ensayo de Plessner acerca de los Limites de la comunidad escrito en 1924, inmediatamente después del fallido putsch de Munich y la tentativa de insurrección comunista de Hamburgo”. Roberto Esposito, "Immunitas : Protección y negación de la vida". Buenos Aires , Amorrortu, 2005. Pág. 139
3 Derrida, Jacques, "Un pensamiento amigo", «Derrida, à prix de ami», entrevista con Robert Magiore, Libération, 24 de noviembre de 1994, pp. I-III. Traducción de Rosario Ibáñez y María José Pozo, en Derrida, J., No escribo sin luz artificial, Cuatro ediciones, Valladolid, 1999.Edición digital de Derrida en castellano.
4 Agamben, Giorgio. Op. Cit. Pág. 12



Parte siguiente: La comunidad amurallada

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