sábado, 5 de marzo de 2016

El mundo de las respuestas sin pregunta



¿Alguna vez han visto a través de un microscopio? ¿Entonces? Entonces, tal vez hayan tenido la impresión de estar viendo vida microscópica a escala visual aumentada. Pues no fue así. Durante el tiempo que estudié biología tuve varias experiencias cercanas con microscopios, defendidos abiertamente por profesores que lo único que lograron fue que dejara de creer en la existencia de las proteínas. El microscopio, uno de los instrumentos más tenebrosos jamás inventados, fue el responsable de que el biólogo molecular terminara percibiendo al mundo como una bolsa de ociosas partículas: cuanto más pequeño podían ver, más lejos llevaban a la biología, tan lejos la llevaron que la corrieron de la esfera de la vida. La ciencia que domina el universo es una ciencia confundida por un objeto inerte.
¿Cómo se puede confiar tanto en una cosa elaborada tan lejos? un microscopio, un cuchillo automático, una tostadora de pan, un microondas, una amoladora ¡un extractor de jugo eléctrico! ¿Había algo antes de que los objetos fueran tan extraños? ¿Antes de que fueran producidos a niveles industriales, ajenos a la medida de uno? ¿Confío en mi hojilla de afeitar? No, ya no: es uno de los adminículos más temibles, junto con la plancha y el adaptador para enchufes. Alguien que hacía su propia mesa no tenía estas molestias, pero ya no es posible volver a eso; tampoco es recomendable: está el riesgo de intentar fabricar nuestro propio taladro eléctrico y salir lastimados.
Es demasiado tarde: aunque haya abandonado la biología, conservo la idea descabellada de que las proteínas no existen y de que la peor prueba que puede ofrecer alguien para atestiguar que existen es decir "yo las he visto, en el microscopio ¡las vi!"

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